- Sí, me gustan mucho los chocolates que aquí preparan - sonreí.
- Ah, ¿prefieres un chocolate a un café? Puedo pedir uno si quieres... - dijo tan amable como siempre.
¿Es que no podía ser capullo en algún momento?
- ¡No, no, no! Los cafés tambien me encantan, ¡gracias! - dije agarrandole las manos instintivamente - además, no hacía falta ni que me invitaras... - añadí llevando rapidísimamente mis manos hacia mi taza de café.
- Me encanta complacer a las personas que quiero - dijo cogiendome las manos.
Yo no cabía en mí de la emoción. ¡Dios, llévame contigo porque yo ya soy la mujer más feliz del mundo!
- Oye, tú y yo tenemos confi - no paraba de soltarme las manos - y quería contarte algo...
¡Sí, sí, sí, sí, sí! ¡Claro que quiero salir contigo, llevo esperándolo medio año!
- Sss, sss, sí - por Dios, no me tiembles ahora.
- Bueno, hay una chica que me gusta. Pero... no sé cómo decírselo. ¿Tú qué harías? - se sonrojó muchísimo.
No, no, no, no... ¡Ahora no! ¡Ahora no seas un capullo y me vengas a pedir consejo! Soy yo la que lleva queriendo decir algo a alguien y no sabe cómo hacerlo...
- Emh, bueno. Creo que no soy la más indicada porque no sé mucho de esto - dije intentando zanjar el tema.
- Ya, pero eres una chica. ¿No saben de esto mucho las chicas?
- No te creas, al menos yo no - sonó cortante.
Por favor, ¡para! No quiero que sigámos con esto, no más.
- Sí, aunque... - se cayó.
Había dejado caer la taza al suelo para así ganar unos minutos y poder irme lo más pronto posible de allí.
- ¿Estás bien? - tan caballeroso - ¿Te pasa algo?
- No, no sé cómo ha pasado. La he cogido por un lado pensado que era el asa y se ha caido... - hablaba totalmente ennortada, mirando los pedazitos taza esparcidos por el sulo.
- Bueno, es igual. Ahora lo recogerán. De todas formas, tengo más dudas.
¡Cállate ya!
- ¿Cómo le digo que le quiero, que es el motivo por el que me levanto cada mañana? Que duermo para soñar con ella y me despierto para pensar en ella - sonó muy romántico.
Demasiado empalagoso, pero me encantaría ser ese motivo. Ahora no podía pararme a buscar una respuesta. Mi corazón estaba hecho añicos, como la taza que acababa de tirar. Fue cuestión de segundos, milésimas de segundos diría yo, la cuestión es que no notaba que la sangre corriese por mis venas...