jueves, 7 de julio de 2011

Los lacasitos tienen sentimientos


Había una vez una bolsa de lacasitos, donde en su interior había muchos y muchos lacasitos, unos 100. Los lacasitos, como nosotros, se relaccionan entre ellos, y estar en las bolsas es su vida. Es cierto que no dura mucho...

Dos lacasitos, Verde y Azul se pegaron durante el proceso de preparación. Han nacido juntos. Los une el mismo chocolate, se conocen desde siempre, y se aman, no lo saben, pero lo hacen.

Siempre están juntos, y les encanta. Los demás lacasitos se mueven cuando la bolsa es movida de sitio o se vuelca... pero ellos permanecen juntos.

Un día, ya en la tienda de chocolates, estabán charlando de cosas sin sentido para nosotros pero que ellos comprendían, bromas y todo eso, cuando una niña de unos 5 años coge la bolsa dispuesta a hacer lo que sea para conseguirla:
- ¡Mamá quiero lacasitooooooos! - le dijo a su madre mientras le tiraba del pantalón.
- No niña, que vamos a comprarle a tu abuela unos bombones - contestó la madre.
- ¡Quiero lacasitoooooooooooos! - dijo dando zapatazos como si estuviera haciendo la marcha militar y zarandeando el paquete de lacasitos.
- Maria, no formes un escándolo que te castigo ¿¡entendido!? - dijo la madre apretandose los labios para no chillar y agarrando a su hija por el brazo.
- ¡NOOOOOOOOOOOOOOO! ¡QUIERO LACASITOOOOOOOOOOS! - gritó mientras se tiraba al suela a dar pataletas y a hacer la croqueta.
- Niña, vamos que te estás manchando. ¡Levanta! - la mujer ya estaba desesperada.
- ¡NO! - contestó la niña sin más.
- ¡Venga vamos, levanta! Venga, que te los compro, ¡pero no formes un escándalo! - dijo la madre mientras miraba cómo todo la gente de su alrededor los miraban, sin pelos en la lengua, ni apartamientos de vista, las observaban.

Al principio los lacasitos lo encontraban divertido, era como una montaña rusa, pero luego empezaron a ser más fuertes los choques entre ellos y las vueltas que daban, muchos salieron dañados, otros incluso quedaron despedazados en el fondo del paquete...
Y Verde y Azul, ¿dónde estaban?
-¡Verdeeeeeeeeeeeeeeeeeeee! - gritaba azul - mientra intentaba mover su cuerpo inarticulado, sin potencia alguna.
- ¿Si? - contestó un lacasito de al lado, también azul.
- No, lo siento, busco a otro Azul... estaba pegado a mi... - empezó a comprender que sería difícil encontrar en esta bolsa a Azul.
- Ah sí, conozco la leyenda. Los únicos unidos por el poder de la maquinaria y el chocolate derretido. ¿Puedo ayudarte en algo? - dijo el abuelete Azul, con sus historias para niños.
- Gracias, pero no creo que pueda ayudarme, lo siento - sonrió para que no sonara tan cortante.
- No pasa nada hija, yo me quedo por aquí durmiendo la siesta, si necesitas mi ayuda me avisas.

Mientras tanto Verde no cesó de buscar con la mirada, y aprovechando que la bolsa se movía a veces en el coche, pudo buscar en diferentes sitios, pero ni escuchaba a Azul ni le veía.

miércoles, 2 de junio de 2010

Nunca se sabe qué decir

Como siempre, Nhoa iba distraída por los pasillos del instituto.
- Bueno, bueno... - pensaba - ¡tengo que ir al cuarto de baño lo antes posible!
Incluso tenía esa pasividad cuando le iba a explotar la vegíja.
Aligeró el paso, pero aún así, seguía andando.
Abrió la puerta del baño, la cerró tras de sí y se echó en ella.
- ¡Ai...! - suspiró.
Abrió los ojos y... ¡Estaba en el cuarto de baño de los chicos!
- ¡Eh, tia! ¡Que estámos meando, joder! - dijo un chico que no había visto en mi vida por el instituto.
- Perdón, perdón. No sabía que me había metido en el cuarto de baño de los chicos - se disculpó.
- ¿Nhoa? - preguntó alguien.
- ¿Cómo sabes mi nombre? - preguntó extrañada.
- ¡Soy Charlie! - exclamó saliendo del watter. Por desgracia, en el cuarto de baño de los chicos, eso indica que había salido de defecar (Qué fina soy)
- Ah... ¡hola! - se ilusionó - ¿Qué pasa, cómo estás?
- Bueno... bien.
- ¿Qué pasa? - se preocupó.
- Eh... nada. Bueno, resulta extraño hablar con una chica en un cuarto de baño para tios - sonrió.
- Ah... ¡Sí, perdón! - se sonrojó.
Salieron por la misma puerta que ella entró corriendo. Después de eso se le había olvidado que tenía muchas ganas de hacer pis y, sobre todo, que estaba en el cambio de clase.
- Vamos al patio, ¿te parece? - sonrió.
- Eh, va..vale - asintió.
Salieron por la puerta al patio, la conserje nunca dice nada.
- Bueno, ¿qué tal? ¿cuánto tiempo, no? - se le veía muy interesado y feliz.
- Pues bien, lo típico. Y sí, la verdad es que hacía tiempo que no nos veíamos.
- Sí, es que me expulsaron y bueno, como no tengo tu número de móvil... - agachó la cabeza.
- Erh, ¿lo quieres? - dijo mirando hacia otro lado.
- Sí, bueno...
- 62315...
- Vale, ya. Gracias - me abrazó.
- Eh, eh, de nada hombre.
- Oye, me tengo que ir. Que tenía cita con el orientador hace ya 15 minutos...
- ¡Dios! Estábamos en el cambio de clases - dijo gritando y corriendo hacia el water instintivamente.
- Jajajaja, que despistada es esta chica - dijo mientras se levantaba lenta y apaciguadamente.

lunes, 29 de marzo de 2010

Dulce castigo de entre clases

Como siempre, ella pintarrajeaba en su cuaderno mientras que la profesora de física y química explícaba los dichosos problemas de dinámica...
- ¡Que locura! ¿A qué tio se le ocurriría esto? - pensaba.
- Nhoa, ¿quieres salir a explicarlo tú? Porque por lo que veo, se te da muy bien pintar los sistemas con sus movimientos, fuerzas y todo, ¿no? - decía mientras la clase entera se giraba hacia el pupitre de Nhoa.
- No profesora, estoy dibujando otras cosas porque no me entero de nada y hoy es una de esos días en los que no puedes concentrarte con nada, porque...
- Nhoa - le cortó - ven hija mía ven.
Mientras Nhoa se acercaba a la pizarra se oían crujir los cuellos de los chismosos al girar 180º desde la mesa de Nhoa hasta la pizarra.
- Miro Nhoa, yo también he tenido de esos días cuando estaba en el instituto, y los sigo teniendo. Pero, ¿sabes qué me decían mis profesores? - se compadecía de ella.
- No...
- Acércate - dijo rizando el dedo. Cuando ya Nhoa estaba lo suficientemente cerca como para poder susurrarle al oido dijo - Al despacho del director - susurró.
Nhoa no dijo nada, tan sólo cogió sus cosas y se fue al despacho de la directora, más bien dicho.
Al llegar allí el olor de muebles antiguos impregnaba la habitación, le pareció extraño que la directora tuviera unos 30 y pico años y que nunca la hubiera visto.
- Nhoa, me han llamado la atención más de una vez por tu falta de interés y concentración...
- Sí, señora directora - asentía.
- Debes saber que bla bla bla bla bla, bla bla bla bla bla. ¿Bla bla bla bla bla bla bla? Bla bla bla bla. ¿Bla?
- Sí, señora directora.
- Bla bla bla. Bla bla bla bla, bla bla. Bla bla bla bla bla, bla bla bla bla bla... ¡Bla bla bla bla!
- Sí, señora directora.
- Bla bla bl... ¡Bla bla bla bla blaaa!
- Sí, señ...
- ¡Nhoa, no me estás escuchando! Nunca antes me había sacado alguien tanto de mis casillas, o sí, y justo hace media hora. Tira para la sala esa a aburrirte y a pensar en lo que haces, y no hables con el compañero que habrá enfrente tuya. Estarás siendo vigilada - se había cabreado demasiado.
Nhoa pasó a la sala esa tan cutre donde había sillas una en frente de otras y en medio una mesa de madera roñosa con la típica profesora con moño de vieja medio dormida por el aburrimiento. (¡Qué americanada!)
Se sentó en una silla cualquiera, resultó se justo la de enfrente del chico del que le había hablado la directora.
- Hola - susurró.
- Hola - dijo ella.
- Llevo aquí treinta minutos de los cuales 25 a estado esta tia dormida.
- Hahahahaha - comenzó a reirse pero a la mitad de ésta bajó el tono por miedo a que se despertara la vigilanta, que emitió un ronquido.
- Jijiji, baja el tono - rió él.
He de admitirlo, el chico era muy mono y, encima, gracioso.
El chico se levantó lentamente, muy lentamente y, poco a poco, se sentó al lado de Nhoa.
- Mi nombre es Charlie.
- Chaaaaaaarrr... - rió ella.
- ¿Qué?
- Nada, nada... - rió para sus adentros - mi nombre es Nhoa.
Sonó el timbre
- Mierda, ahora que lo estaba pasando bien... - dijo Char - supongo que nos veremos más por aquí.
- Bueno yo es la prim... - calló - Por su puesto, yo paso mucho por aquí están todo el día metiendome aquí.
- Jajaja, yo es la primera vez que entro aquí pero creo que coincidiremos más veces -sonrió
- Mierda, la he cagado - pensó Nhoa. - Claro que nos veremos - le dijo.
- Me voy si no quiero que me echen de nuevo, ¡adiós!
- Adiós...
- ¿Por qué la cagaré tanto? El corazón me va a 100 por hora, quiero volver a verle. ¡Estoy que exploto! ¡Y nunca en la vida me había gustado tanto ésta sensación!

(Por fín se desveló el nombre de Ella kukukukuku)

viernes, 5 de febrero de 2010

Dulce locura




Era un día normal como otro cualquiera. Ella se sentó en su pupitre, dejó la mochila, sacó los libros y cuadernos, la agenda, el estuche... Iba a ser un día como otro cualquiera. Se dio cuenta de que el libro abultaba mucho en la mesa, lo levantó y descubrió que éste aplastaba una pequeña cajita con corazones dibujados a sus laterales. Miró a sus alrededores, hacia alante y atrás, desconfiada.

Es un día normal - se repetía. Ni era su cumple, ni su santo, ni tenía novio, no era San Valentín...

Indecisa, terminó abriendo la cajita. ¡Sorpresa! Chuches con forma de corazón.

Dulce locura... ¿quién podría haber sido?

La verdad es que cualquiera podría saber que me encantan las gominolas - se intentaba convencer - Seguro que alguien me ha de haber visto deborando la bolsita de 1€ de chuches que me compro en todos los recreos... - seguía autoconvenciéndose.

Cogió una gomita y comenzó a olisquearla:

No vaya a ser que le hayan echado algo... - decía incrédula.

No parecía tener nada raro. Le pasó por encimilla y de refilón la lengua, estaba dulce, como cualquier otra chuche.

Puede que sea una chica de la clase, pidiéndome que forjemos la amistad... - ya no sabía que más inventar. No llegaba a nada claro.

Terminó metiéndose una chuche en la boca. Le dio por aventurar; ¿Por qué ponerse en lo peor? - se dijo así misma- Quizás sea un chico rubio, alto, de ojos azules, que ha venido nada más y nada menos que desde Cambridge galopando sobre su albino corcel llamado Shakespeare para entregarme esta cajita de gominolas hechas a mano por sus 100 sirvientas y pedirme matrimonio en lo alto de las mesas de la cafetería del instituto... - soñaba en su pompa.

Cuando estaba saboreando el pica pica y dejando explosionar los sabores en su paladar alguien posó su mano en su hombro. Mientras ella se iba dando la vuelta visualizaba a su príncipe Gran Bretaño de mechones dorados y ondulados que dejaban entrever sus eléctricos ojos de azul océano.

- Hola - la saludo Jake, el empollón de la clase.

- Ehm... hola - le saludó aturdida, su mente aún buscaba un rasquicio de su príncipe en los fuertes rasgos latino americanos de Jake.

- ¿Te han gustado las chucherías? - el pobre mío se sonrojó hasta tal punto que parecía Gazpacho de los Fruitis.

- Sss..ss.ssí.

- He analizado todos tus movimientos durante los 3 últimos meses. He notado que prefieres comer gominolas a solas en el recreo antes que estar hablando con las chicas de la clase, te pasas dibujando todas las horas de clase, de vez en cuando te he pillado sacándote un moquillo y pegándose lo al chico de tu izquierda, que por los gestos que haces cuando hablas con él creo que no te cae muy bien... Bla bla bla blableblublublublo bla bla bla bli bli....

Príncipe mío, aún sigo esperándote - pensaba ella mientras Jake la bañaba en sus escupitajos espontáneos que se condimentaban con los restos de comida anterior de los hierros de éste...

viernes, 22 de enero de 2010

Otro café, por favor


No podía hablar, no me quedaban palabras...

Una lágrima recorrió mis mejillas mientras mantenía la cabeza gacha, no quería que me viera así.

Entrelazó sus manos con las mías, de nuevo.

- Te quiero - me dijo.

Yo seguía concentrada en que no me viese llorar, ni me percaté de lo que me había dicho.

Me levantó el rostro con las manos y barrió las lágrimas con las llemas de sus dedos...

- Te quiero - me susurró.

Entonces, me di cuenta de lo que había dicho. Clavé mis ojos en los suyos, el corazón me iba a explotar, todo el cuerpo se me combulsionaba.

No pude decir nada, ni él tampoco. Tan sólo nos fundimos en un abrazo del cual no me quise separar nunca... El caso es que lo tuve que hacer, pero tan sólo para juntar nuestras sonrisas en una.

miércoles, 20 de enero de 2010

Más sal

- Sí, me gustan mucho los chocolates que aquí preparan - sonreí.
- Ah, ¿prefieres un chocolate a un café? Puedo pedir uno si quieres... - dijo tan amable como siempre.
¿Es que no podía ser capullo en algún momento?
- ¡No, no, no! Los cafés tambien me encantan, ¡gracias! - dije agarrandole las manos instintivamente - además, no hacía falta ni que me invitaras... - añadí llevando rapidísimamente mis manos hacia mi taza de café.
- Me encanta complacer a las personas que quiero - dijo cogiendome las manos.
Yo no cabía en mí de la emoción. ¡Dios, llévame contigo porque yo ya soy la mujer más feliz del mundo!
- Oye, tú y yo tenemos confi - no paraba de soltarme las manos - y quería contarte algo...
¡Sí, sí, sí, sí, sí! ¡Claro que quiero salir contigo, llevo esperándolo medio año!
- Sss, sss, sí - por Dios, no me tiembles ahora.
- Bueno, hay una chica que me gusta. Pero... no sé cómo decírselo. ¿Tú qué harías? - se sonrojó muchísimo.
No, no, no, no... ¡Ahora no! ¡Ahora no seas un capullo y me vengas a pedir consejo! Soy yo la que lleva queriendo decir algo a alguien y no sabe cómo hacerlo...
- Emh, bueno. Creo que no soy la más indicada porque no sé mucho de esto - dije intentando zanjar el tema.
- Ya, pero eres una chica. ¿No saben de esto mucho las chicas?
- No te creas, al menos yo no - sonó cortante.
Por favor, ¡para! No quiero que sigámos con esto, no más.
- Sí, aunque... - se cayó.
Había dejado caer la taza al suelo para así ganar unos minutos y poder irme lo más pronto posible de allí.
- ¿Estás bien? - tan caballeroso - ¿Te pasa algo?
- No, no sé cómo ha pasado. La he cogido por un lado pensado que era el asa y se ha caido... - hablaba totalmente ennortada, mirando los pedazitos taza esparcidos por el sulo.
- Bueno, es igual. Ahora lo recogerán. De todas formas, tengo más dudas.
¡Cállate ya!
- ¿Cómo le digo que le quiero, que es el motivo por el que me levanto cada mañana? Que duermo para soñar con ella y me despierto para pensar en ella - sonó muy romántico.
Demasiado empalagoso, pero me encantaría ser ese motivo. Ahora no podía pararme a buscar una respuesta. Mi corazón estaba hecho añicos, como la taza que acababa de tirar. Fue cuestión de segundos, milésimas de segundos diría yo, la cuestión es que no notaba que la sangre corriese por mis venas...

lunes, 18 de enero de 2010

Agreguémosle azúcar


- ¡Hola! - le saludé con sonrisa nerviosa
- ¡Hola! - puso mucho impetu en el saludo - vaya ehm... te veo extraña.
Mierda, lo sabía.
- Estás muy graciosa con esos pelos y vestimenta, cada día me sorprendes más - dijo entre risillas.
Vaya, me ha sorprendido, me imaginaba otra cosa.
- ¿Quieres un café? - me invitó.
- Bueno, la verdad es que... - no me dejó terminar
- Un café como le expliqué antes, camarero - pidió levantando la mano a modo de llamada de atención.
¿Como le expliqué antes? ¿Qué tenía entre manos?
- Tome señorita - dijo el camarero mientras me ponía por delante el café.
Lo miré con detenimiento, parecía normal... excepto por la espuma con forma de corazón que flotaba por encima del café. Tenía el corazón a punto de estallar cuando...
- ¿Te gusta? - dijo impaciente - bueno, no es para que te quedes todo el rato mirándolo...
- Es, es, es, es... es precioso - ¡Mierda! no podía temblarme más la voz...
-Bueno yo es que... quería decirte una cosa - me susurró cabizbajo.
El suave contacto de sus labios con mi oreja me puso los bellos de punta.
- Di, di, dime - seguía vacilando mi voz.
- Bueno, llevo toda la mañana esperándote. Sé que frecuentas mucho esta cafetería...